[54 11] 4381 2371
María Eugenia, una joven de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, resalta que “si educamos para aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia”. La educación es la puerta que contribuye fuertemente a definir cómo entramos a la sociedad. Las personas con discapacidad suelen enfrentar múltiples barreras y puertas cerradas o que necesitan ser destrabadas para poder convivir en una sociedad más justa e igualitaria.
Compartimos la nota -con su imagen- del portal infociudad, del 3 de junio de 2016 (versión original: acá):
La resiliencia es la capacidad de enfrentar las adversidades, transformar el dolor en fuerza motora para superarlo y salir fortalecido. Justamente las historias que se presentan a continuación nos hablan de personas resilientes. Aquellos que perseveran, más allá de cualquier revés que les juegue la vida.
Gonzalo Leidi es un joven gilense que está próximo a recibirse de Profesor de Educación Física. El haber nacido con una malformación que le impide caminar no fue un obstáculo para él. “Actualmente estoy cursando 13 materias. Si todo va bien, el año que viene termino la carrera. Hoy en día viajo solo en auto a Luján para estudiar. Eso me da una libertad e independencia que valoro mucho”, cuenta Gonzalo.
En cuanto a sus proyectos, Leidi expresa su deseo de comenzar a trabajar en Giles y por qué no también en Luján. “El campo laboral es amplio. Creo que podría desempeñarme en colegios, gimnasios y en áreas recreativas. Sin embargo, estar en contacto con los chicos en las escuelas es lo que más me gusta”. Al hablar de sus logros académicos, este joven no olvida mencionar su paso por las instituciones locales: la Escuela Nº 12 y el Colegio Nacional. En ambos casos, Leidi destaca la buena voluntad de compañeros, docentes y directivos, que hicieron amenos sus años de estudio.
Respecto a las limitaciones que ve a nivel social y urbano, Gonzalo comenta: “si bien el estado de las rampas y las veredas en Giles es deficiente, en Luján la situación es peor. Muchas veces tengo que movilizarme directamente en la calle con la silla de ruedas y es un peligro”. Desde su óptica, otro de los aspectos a mejorar está relacionado con la falta de accesibilidad a espacios públicos y privados, como boliches y locales nocturnos, cuestión que muchas veces le dificulta compartir momentos con amigos.
María Eugenia Lacanette es Bibliotecaria desde 2011. Al igual que Gonzalo, estudió en el Instituto Emilio Fermín Mignone de Luján. Luego, terminó su Formación Pedagógica en el Instituto San Martín de nuestra ciudad. Su dificultad física no le impide hacer lo que le gusta: trabaja desde hace cinco años en la Biblioteca Popular Alberdi y, desde el año pasado, se desempeña como Bibliotecaria Escolar del nivel primario en la Escuela Nº3.
Respecto al tratamiento que se le da a la discapacidad, uno de los problemas que visualiza esta joven -que actualmente cursa Bibliotecología y Ciencias de la Información a distancia en la Universidad de Mar del Plata-, es el no aceptarse a sí mismo. “Quedarse en el lugar del yo no puedo y ver todo de manera pesimista no suma. En cambio, habría que decir: con lo que me toca vivir, ¿qué puedo hacer para mejorar, superarme y servir al otro, desde mi lugar y dentro de mis posibilidades?”.
A su vez, ella reflexiona y agrega que todo vínculo que se logre con otros dependerá de la fortaleza y autoestima que se tenga para crecer a diario en el querer ser ayudado y compartir nuestra felicidad con las personas que nos rodean. “Porque el primer paso comienza en conocerse a sí mismo para después proyectarse hacia el exterior”, remata Eugenia.
A modo de cierre, la joven gilense nos deja esta enseñanza: “si educamos para aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia”.